Construcciones ajenas

Cita

Nuestra personalidad social es una creación del pensamiento de los otros. Incluso el acto simple que llamamos “ver una persona a la que conocemos” es en parte un acto intelectual.  Rellenamos la apariencia física del ser que vemos con todas las nociones que tenemos de él, y esas nociones poseen, ciertamente, la mayor parte del aspecto total que nos representamos.
Acaban por inflar tan perfectamente las mejillas, por seguir en una adherencia tan exacta la línea de la nariz, se mezclan tan bien para matizar la sonoridad de la voz, como si ésta no fuera más que un envoltorio transparente, que, cada vez que vemos ese rostro o escuchamos esa voz, son esas nociones lo que encontramos, lo que escuchamos.

Marcel Proust. Por el camino de Swann.
Notre personnalité sociale est une création de la pensée des autres. Même l’acte si simple que nous appelons « voir une personne que nous connaissons » est en partie un acte intellectuel. Nous remplissons l’apparence physique de l’être que nous voyons de toutes les notions que nous avons sur lui, et dans l’aspect total que nous nous représentons, ces notions ont certainement la plus grande part. Elles finissent par gonfler si parfaitement les joues, par suivre en une adhérence si exacte la ligne du nez, elles se mêlent si bien de nuancer la sonorité de la voix comme si celle-ci n’était qu’une transparente enveloppe, que chaque fois que nous voyons ce visage et que nous entendons cette voix, ce sont ces notions que nous retrouvons, que nous écoutons.

Marcel Proust. Du côté de chez Swann.

Cultural City

Minientrada

Ahora que dicen cosas de la cultura en Santander y se habla del no-verano, me he acordado de este número de la primavera de 2010 de la revista Anémona.

En pdf: Portada Anemona 5.

Dos cuadros

Una década y el fallecimiento de Modigliani separan estos cuadros(1)Comentario sobre la exposición (en francés).. Los unen la coincidencia biográfica de sus autores y la nostalgia de los iconos acogidos al monte de los mártires. Soutine, personaje atormentado, jugaba con cierta ventaja. Una ventaja dolorosa: el recuerdo del amigo y de su cuadro con el mismo tema debió unirse a la ternura de la niña para representar con sus pinceladas habituales, gruesas e inquietas, y en colores más cálidos, lo que Amedeo, el epítome de la bohemia autodestructiva, había representado en forma aparentemente más serena. La Historia del Arte parece ir exigiendo cada vez más letra cursiva.

¿Podríamos jugar a que los dos cuadros son del mismo autor? El arte no es un proceso individual; el individualismo a veces atroz de los artistas parece surgir de una lucha contra las fuerzas colectivas, contra la presencia de la historia y de los cuadros que han visto. Pasiones del yo contra la razón del tiempo. Podemos jugar a pensar que Soutine pintó diez años después a una niña que sin duda tenía en la memoria, engarzada a la pérdida de Modigliani, en colores más envolventes, con trazos más densos y con los ojos más abiertos que su antecedente. Sólo será un juego, como el arte, porque sólo son dos cuadros, demasiado cercanos entre sí, del conjunto-río-panorama de ángeles, pastorcillas, mendigas, huérfanas, lecciones de música, cerilleras, diábolos…

Triste (historia de la) Historia

Me dice X que el desprestigio de la Historia explica el éxito de la novela histórica. O viceversa. X es historiador y se está planteando pasarse a la novela. Durante un tiempo se especializó en la recopilación de testimonios de fuentes orales, pero alguien le dijo que lo que hacía era recolectar ficciones ajenas. X suele hacer demasiado caso de lo que le dicen. La gente es cruel. Desde aquel día, sólo utiliza fuentes bibliográficas, lo cual tampoco le supone un gran consuelo, y a veces se deprime y dice que tendría que haber sido arqueólogo o astrónomo. “¿Por qué no arqueoastrónomo?”, le propongo. Pero se lo toma a broma. El autobús recorre la ciudad bajo la lluvia. Hay en las calles más mendigos que nunca. “Tendrán muchas historias que contar”, dice X. Y añade: “Es una pena que sean ficciones”.

Ideología y automóvil

Gracias a André Gorz aprendimos que el trabajo asalariado es, como sospechábamos, una tortura. Además, escribió un texto sobre el automóvil que conviene recordar de vez en cuando. He aquí un párrafo:

Paradoja del automóvil: en apariencia, proporcionaba a sus propietarios una independencia ilimitada porque les permitía desplazarse a las horas y por los tinerarios que ellos eligieran a una velocidad igual o superior a la del ferrocarril. Pero, en realidad, esta autonomía aparente tenía como reverso una dependencia radical: a diferencia del jinete, del carretero o del ciclista, el automovilista iba a depender para sus necesidades energéticas, como por otra parte para la reparación de cualquier avería, de comerciantes y especialistas en carburación, lubrificación, iluminación y cambio de piezas. A diferencia de todos los propietarios anteriores de medios de locomoción, el automovilista iba a tener una relación de usuario y de consumidor -y no de poseedor o amo- con el vehículo del cual, formalmente, era propietario. Dicho de otro modo, el coche le iba a obligar a consumir y a utilizar una gran cantidad de servicios comerciales y de productos industriales que sólo le podían ser proporcionados por terceros. La autonomía aparente del propietario de un automóvil encubría su radical dependencia.

André Gorz. Ideología social del automóvil (1973)

Stieglitz 291 1915

El entrepuente (The Steerage)(1)1. Tanto la versión inglesa como la francesa de la Wikipedia tienen amplios estudios de la imagen y su autor. Alfred Stieglitz (Hoboken, New Jersey, EEUU, 1864 – Nueva York, 1946). Fecha: 1907, imprimida en 1913 aprox. Medio: Fotograbado. Dimensiones: 32.2 x 25.8 cm. Museo Metropolitano de Nueva York – Alfred Stieglitz Collection, 1933.

En 1907, el fotógrafo Alfred Stieglitz tomó esta fotografía durante un viaje trasatlántico. Entonces era mucho mayor el intervalo entre el acto de la instantánea (que, dada la velocidad del obturador, lo era menos que ahora; las láminas en que se podía dividir el tiempo eran más gruesas) y la contemplación del resultado. La carencia de técnicas inmediatas producía una demora que ahora sólo pueden disfrutar y temer las personalidades procrastinadoras o amantes de la incerteza. En aquella época comenzaba a perfilarse la ambigua existencia del gato de Schrödinger(2)2. El gato en cuestión parece ser fenómeno cultural que, importado de la ciencia más enloquecedora para los que somos profanos, ha saltado con … Continue reading, que no entraría en su caja de pesadilla hasta 1935, pero los fotógrafos, con cámaras cada vez más fáciles de transportar, percibían de un modo muy directo la sospecha común de ser habitantes de lo probable. Stieglitz publicó por primera vez en 1911 esa foto donde los espacios de los viajeros se ordenan según el cloisonismo de sus clases, que sigue la estructura del buque, mientras una pasarela y una escalera, modos de intercambio y movilidad social, permanecen vacías, como la tierra de nadie en las fronteras. Sigue leyendo

Notas

Notas
1 1. Tanto la versión inglesa como la francesa de la Wikipedia tienen amplios estudios de la imagen y su autor.
2 2. El gato en cuestión parece ser fenómeno cultural que, importado de la ciencia más enloquecedora para los que somos profanos, ha saltado con fortuna al lenguaje común, al menos en ciertos niveles, y al mundo del humor existencial, sea eso lo que sea, si bien algunos (como Stephen Hawking) han expresado cierto aborrecimiento.

Reflexión prestada

Creo que con el tiempo mereceremos que no haya gobiernos.

Jorge Luis Borges. El informe de Brodie (1970).