En la instalación playera de Martial Rayse en el centro Pompidou-Metz, la estrella es un juke-box mucho más luminoso y curvo que los que había en los bares de nuestra adolescencia, que eran cuadrados y grises, pero éstos también concedían un par de minutos de alegres deseos a cambio de una moneda. Creo recordar que Peter Handke escribió un ensayo sobre esos aparatos. Lo apunto como lectura pendiente, otra de tantas. Nunca vi ningún juke-box en la playa; no sé si lo imaginé alguna vez. Es posible que en algún chiringuito, por la noche. ¿En qué película o novela alguien ponía canción tras canción en un bar vacío mientras esperaba algo o a alguien bajo la mirada aburrida del camarero que sacaba brillo a los vasos? No me acuerdo. Pero me estoy acordando de los cuadros de Edward Hopper. ¿Estaré contando un cuadro suyo?