Este artículo de Vicente Gutiérrez me ha recordado la vieja cuestión de la perspectiva, un desafío para geómetras y, por inercia, la triste situación del paisaje urbano.
Daniel Arasse, un hombre que miraba cuadros, decía que la perspectiva elegida depende del encuadre. La cosa parece simple, pero una segunda reflexión (es decir, cuando se levanta la vista del primer punto de fuga) nos pone en la tesitura de enfrentarnos a la tremenda pulsión ideológica que encierra la elección del encuadre. El cine japonés ya mostró la humildad de una cámara puesta a la altura de la mirada de una persona sentada a la oriental, algo que, al parecer, los occidentales no habíamos descubierto por una cuestión, seguramente, de pura soberbia.
Es el encuadre urbano lo que me preocupa, los lienzos de la ciudad que quieren que veamos y los que quieren ocultarnos.
Hubo un tiempo en que las vías principales de las ciudades se llamaban perspectivas y diagonales y compartían el poder con las plazas y los paseos. Sigue leyendo