Dos cuadros

Una década y el fallecimiento de Modigliani separan estos cuadros(1)Comentario sobre la exposición (en francés).. Los unen la coincidencia biográfica de sus autores y la nostalgia de los iconos acogidos al monte de los mártires. Soutine, personaje atormentado, jugaba con cierta ventaja. Una ventaja dolorosa: el recuerdo del amigo y de su cuadro con el mismo tema debió unirse a la ternura de la niña para representar con sus pinceladas habituales, gruesas e inquietas, y en colores más cálidos, lo que Amedeo, el epítome de la bohemia autodestructiva, había representado en forma aparentemente más serena. La Historia del Arte parece ir exigiendo cada vez más letra cursiva.

¿Podríamos jugar a que los dos cuadros son del mismo autor? El arte no es un proceso individual; el individualismo a veces atroz de los artistas parece surgir de una lucha contra las fuerzas colectivas, contra la presencia de la historia y de los cuadros que han visto. Pasiones del yo contra la razón del tiempo. Podemos jugar a pensar que Soutine pintó diez años después a una niña que sin duda tenía en la memoria, engarzada a la pérdida de Modigliani, en colores más envolventes, con trazos más densos y con los ojos más abiertos que su antecedente. Sólo será un juego, como el arte, porque sólo son dos cuadros, demasiado cercanos entre sí, del conjunto-río-panorama de ángeles, pastorcillas, mendigas, huérfanas, lecciones de música, cerilleras, diábolos…

Maurano Cántabro, víctima de un milagro

Introito

En el principio, el poder separó las aguas de la tierras y las almas de los cuerpos.

De lo primero puede aceptarse como prueba la abundancia de limos, légamos y piélagos plagados de vidas primarias.

De lo segundo no hay rastro y, a juzgar por la avidez de humedad y sal de los sentidos, bien pudiera decirse que buscamos el placer en la materia con más éxito que al alma en las oraciones.

I

Maurano Exsilente dijo en público que la Anunciación era un crimen y que todo milagro implicaba una condena. Por estas palabras tuvo que huir. En Oriente, ejerció de astrónomo y pintor de frescos.

Cuando los griegos quisieron recuperar el esplendor del Pórtico de las Pinturas, le encargaron una obra libre que indujera al pensamiento, y él pintó un extraño recorrido que le hizo famoso en algunos ámbitos. Era un largo rectángulo en el que, con forma de río de amplios meandros o bustrofedon (esto es, con la vuelta ajustada del buey que ara) se sucedían las estampas según el itinerario que relató en una carta a un cofrade. Sigue leyendo