Oye, mira, ven y dime:
¿te tragas el cuento
que cuenta fomento
de inversores insignes
que traen beneficios
plantando edificios,
haciendo orificios
del monte a la orilla,
jodiendo los huertos,
llenando los puertos
con barcos que brillan,
borregos que chillan,
marmotas de arena,
papardos de cena,
nocheros de tragos,
cercando los pagos,
veredas y lagos
con pistas de tenis,
caminos de ponys,
reservas de guiris?
[Coro:
¿Das tu consentimiento
instalando en ayuntamientos
concejales de asentimiento
a esclavistas peripuestos,
hosteleros con aspavientos,
promotores de asentamientos
para golferos sedientos?]
¿Aceptas el recuento
de contratos basura
[Coro: ¡Si te creen a la altura!]
en peonadas precarias
con patronos feudales
de juergas gregarias,
[Coro: ¡Después vas a los bardales!]
gusarapos de piscina,
macarras de oficina,
asaltantes de arenal
que urbanizan lo real
y lo vuelven un erial?
[Coro: Pejinos y pejinas, libradnos de ese mal,
¡tronad contra el rapto del litoral!]
Eh, oye, mira, asubia y rapea
[Coro: ¡Que te oiga esa ralea!],
suelta surbia y marea,
relata tu propio foque,
denuncia los pantoques
[Coro: ¡Motonauta, no me toques!]
del negocio tragacostas
que urbaniza los cantiles,
acapara las langostas,
soborna correveidiles
y apaga lumbres de mar.
[Coro: ¡Empújales este rap
que los haga garrear!].
[Repetir hasta aburrir]